¿Cómo rebajar impuestos?
Autor: Héctor R. Morano
Se debate frecuentemente si bajando impuestos se mejora el nivel de actividad. Si la discusión se queda ahí, pasa a ser un debate empobrecido. Sería fácil que ajustando una sola variable se puedan solucionar todos los problemas económicos que tenemos. Por eso, decidí analizar el tema con un grado de detalle.
Para ponerle condimento al análisis, le voy a agregar una buena cuota de “ego” y me voy a situar en primera persona como un Presidente que recién inicia su gestión y se encuentra con un nivel alto impuestos, otro tanto del gasto público, un desempleo muy marcado y déficit habitacional. ¿Qué hago? ¿Subo más los impuestos para pagar el gasto? ¿Bajo los impuestos y me endeudo por el gasto? A simple vista no parece razonable ninguna de estas alternativas. Tendré que ponerme a pensar en otras un poco más elaboradas y más imaginativas.
El diagnóstico es, en principio, desalentador. No me va a quedar otra alternativa que encontrar la manera de vincular los impuestos con el gasto público. Tengo que pensar que si otorgo un beneficio fiscal debo logar una contrapartida que la compense, y si es posible me otorgue un beneficio neto al final.
Pienso: ¿Bajo la tasa de IVA? Si lo hago con las naranjas o algún otro alimento, el impacto del beneficio para los consumidores será casi imperceptible. Por otro lado, lo poco que puedan ahorrar los consumidores no se trasladará necesariamente al consumo de otros bienes para me devuelvan el impuesto que ya no cobro y ello se traduzca en más empleo. Debo pensar en otra cosa. Por el lado del consumo se me hace difícil encontrar una solución.
Voy a probar por el lado de la producción. ¿Por dónde comienzo? Si tengo un gasto social alto por desempleo y déficit habitacional, no me queda otra ¡Ya lo encontré! ¡La construcción! Bueno ahora tengo que demostrar que bajar impuestos en esta actividad, sirve. Para ello evalúo varias cosas, voy a promocionar una actividad que antes tenía un déficit, por lo tanto, si logro aumentarla, lo que baje de impuestos sobre ese aumento yo no lo cobraba, ergo no tiene costo fiscal. Pero como yo quiero que la promoción sea para viviendas y en todo el país, debo convencer a Gobernadores e Intendentes para que me ayuden y adhieran a bajar tasas e impuestos por esta actividad. ¿Al final qué obtengo? Como en la construcción de viviendas intervienen muchos gremios, comienzo a generar trabajo y a cobrar impuestos por el mayor nivel de actividad de esos gremios, que me permiten financiar un poco el gasto. Parece un negocio redondo, no pongo un peso y soluciono algunos inconvenientes que tenía cuando entré a trabajar de Presidente.
Esta alternativa me da un poco de alivio, pero no lo es todo. Mis problemas son mayores y tengo que buscar más soluciones. Claro, tengo que tener en claro que, cualquier ahorro que obtenga, no lo debo despilfarrar en un aumento innecesario del gasto. Debo ser prudente en ese sentido.
Ahora que me entusiasmé, voy por más. La fórmula parece estar en alentar actividades nuevas que, hasta ahora, no generaban recaudación impositiva. Fomento una actividad con baja de impuestos, genero más producción en los proveedores del nuevo emprendimiento y es ahí donde obtengo más recaudación. Además, entre esta nueva actividad y el aumento de la producción de los proveedores crece el empleo y eso me ayuda a bajar el gasto social.
Supongo que con este esquema también voy a mejorar la tasa de inversión. Cuando los inversionistas adviertan que les estoy ofreciendo un buen negocio, seguramente me van a venir a ofrecer proyectos productivos realmente nuevos. Nichos de producción que antes no tenía. Si esto ocurre, bienvenidos sean, porque ello ayudará a mitigar el problema que tenía cuando entré a trabajar de Presidente.
Ahora que tengo más claro todo, puedo apuntar hacia emprendimientos nuevos que me generen divisas, porque no lo dije antes, pero, cuando asumí también me encontré con bajas reservas en el Banco Central. Pues bien, voy por ello.
¿Qué hago? ¿Decido sustituir importaciones? No, no puedo optar por la simpleza irracional. Si sustituyo importaciones lo haré por vía de más producción, no por ponerle una restricción a los bienes importados. Por ejemplo, si importo gas y petróleo y es un bien que lo tengo en el país, pero lo exploto poco por falta de inversión adecuada, tengo que generar facilidades para alentar la producción, eso sí, con imaginación y sin costos fiscales. Esta sustitución no le corta la cadena productiva a quienes tengan que producir y necesiten de insumos importados y bienes de capital.
Ahora “El Campo”. Sí, lo dejé para el final a propósito. No me va a quedar otra cosa que negociar.
Hoy día es un sector que aporta mucho al ingreso de divisas e impuestos, pues tengo que cuidarlo y no exprimirlo. Aquí hay dos problemas que hay que tener en cuenta, uno es la cotización oficial del dólar y el otro, las retenciones. Sobre lo primero, espero que lo que vine haciendo hasta ahora me aporte confianza y se traduzca en la estabilidad en la moneda. Sobre lo segundo, es donde tengo que negociar.
Para tener buen nivel de reservas y poder pagar la deuda externa, obviamente las exportaciones deben ser sensiblemente mayores a las importaciones. Esto debe ser así, sin subterfugios o malos procederes. Pues bien señores, sentémonos a negociar. Ustedes quieren que les baje las retenciones y yo no quiero perder ingresos tributarios ¿Cómo hacemos?
Como las retenciones tienen dos componentes, quizá convenga establecer algunos puntos de coincidencia. Primero, una retención puede ser regulatoria del precio del mercado interno cuando los bienes denominados “commodities” aumentan el precio internacional y esos productos son de consumo masivo local. Otra cosa es cuando esos bienes son de escaso consumo local. En el primer caso tendré que negociar una retención de referencia que no afecte el precio y el consumo de los bienes locales y mantenga un beneficio a los productores y exportadores. En el segundo, tendré que propender a una reducción. ¿Cuál sería la fórmula adecuada? El ideal es tomar esto globalmente, y volviendo al concepto general, a más producción menor retención sobre el incremento. Todo lo que sea alentar la producción debería tener un incentivo tanto para el sector agropecuario como para las arcas fiscales de mi circunstancial gobierno. Debemos ser socios en este emprendimiento.
Cuando esto funcione, se baje el gasto público y se aumenten los ingresos, será hora de revisar la baja tributaria al resto de la actividad productiva y comercial.
Una reflexión general respecto de los impuestos. El peor impuesto es aquél que pudiendo cobrarse no se cobra. Por eso todo debe desarrollarse dentro de la racionalidad. Para dar un ejemplo: Si a un cauce hídrico lo interrumpo para hacer una presa y no hago bien el encauce, seguramente parte del agua emprenderá otro curso y se perderá en filtraciones no deseadas. Esas filtraciones terminarán siendo incontrolables y no aportarán al beneficio que quiso imponer la presa. Entiéndase que el dólar paralelo, las subfacturaciones y la evasión son parte de este descontrol.
Es hora de dejar mi mandato presidencial, entrego la banda a mi sucesor y que Dios lo bendiga.
Comentarios recientes
Por supuesto Horacio, tenés razón. Pero para achicar el gasto de personal del Estado primero hay que crear puestos de trabajo privado y que ese personal pueda ir derivándose a la actividad privada.
tenemos que achicar el gasto del estado, reduciendo la cantidad de ministerios , tanto nacionales y provinciales, el ajuste lo tiene que hacer la politica .
Sigo Daniel. No creo que el país esté en este momento, estructuralmente preparado para una dolarización. Habría que ordenarlo primero.
Hola Daniel. Es acertada tu apreciación de que es una desregulaización combinada con una dolarización. Sólo que ésta tiene un destino específico y no afecta al resto de la economía .